Amar una sola vez by Johanna Lindsey

Amar una sola vez by Johanna Lindsey

autor:Johanna Lindsey [Lindsey, Johanna]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1985-01-01T05:00:00+00:00


19

—Ah, no lloréis más, tesoro —suplicó Meg—. Vuestras primas vendrán dentro de un momento para ayudaros a vestir. Y sin duda no querréis que os vean en este estado.

—No puedo evitarlo —sollozó angustiada Reggie—. ¿Acaso no es normal que todas las novias lloren en el día de la boda?

—Pero habéis estado llorando toda la semana. Y no os ha servido de nada, ¿verdad?

—No. —Reggie movió la cabeza.

—Y sin duda, especialmente hoy, no conviene que os vean con los ojos hinchados.

Reggie se contrajo, preocupada.

—Eso no me importa. Llevaré el velo sobre la cara.

—Pero esta noche no usaréis un velo.

Se produjo un silencio y después Regina murmuró:

—¿Habrá acaso una noche de bodas?

—No supondréis que él no va a presentarse —dijo Meg conteniendo el aliento, ofendida.

—Oh, estará presente —suspiró Regina—. Pero ya te he repetido lo que me dijo.

—Tonterías. Algunos hombres le tienen terror al matrimonio, y vuestro vizconde parece ser uno de estos.

—Pero juró que no será un marido para mí.

—Lo dijo porque estaba furioso —dijo Meg paciente—. No hay que tomar en serio lo que dice un hombre enojado.

—Pero él puede sentirse atado, ¿comprendes? Oh, ¿cómo puedo haberme equivocado con él hasta este punto? —exclamó Reggie—. ¿Cómo he podido? —Movió la cabeza—. ¡Pensar que alguna vez lo he comparado con Tony! Nicholas Eden no se parece a mi tío. No tiene ni una partícula de sentimiento… como no sea entre las piernas —añadió con amargura.

—¡Reggie!

—Pues es verdad —replicó ella—. Fui simplemente un juego para él, otra conquista.

Meg la miraba con las manos en las caderas.

—Debisteis hablarle del niño —dijo por centésima vez—. Al menos hubiera entendido por qué tenéis que seguir con esta farsa.

—Probablemente no lo hubiera creído. Incluso yo misma lo dudo. Mírame. Estoy encinta de cuatro meses y no se nota lo más mínimo. Y no me he mareado, ni… ¿Acaso me voy a atar a ese hombre por nada? ¿Estaré realmente encinta?

—Desearía que no fuese así, hijita, pero sabéis que estáis embarazada. Y repito que deberíais habérselo dicho.

—Soy tan tonta que creí que su pésimo comportamiento era solo una trampa —dijo Reggie con amargura. Suspiró—. ¿Sabes, Meg? Todavía tengo cierto orgullo.

—A veces hay que tragarse todo el orgullo, tesoro —dijo Meg con suavidad.

Reggie movió la cabeza.

—Te diré lo que él habría dicho si yo le hubiera confesado que estoy encinta. Me hubiera dicho que no perdiera el tiempo en una causa perdida y que buscara un padre para mi hijo.

—Tal vez tendríais que haberlo hecho.

Los ojos de Reggie llamearon.

—¡Nunca cargaré a un hombre con el hijo de otro! Nicholas Eden es padre de un hijo en camino y debe pagar su precio, que no puede pagar otro.

—Vos sois quien lo está pagando, Reggie, con la desdicha y el dolor de vuestro corazón.

—Ya lo sé —dijo ella, ya sin furor—. Pero ha sido porque creí amarlo. Al comprobar hasta qué punto me he equivocado con él, lograré superarlo.

—Estáis a tiempo. Podríais partir para el continente antes de…

—No —dijo Reggie con tanta fuerza que la doncella dio un respingo—. Se trata de mi hijo.



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